Leony Edisson López Novas
Ser padre es una experiencia llena de retos y recompensas, pero cuando tu hijo tiene autismo, esos desafíos suelen tener un matiz diferente. La jornada que emprendemos como padres de un niño autista nos ha enseñado lecciones valiosas sobre amor incondicional, empatía y la belleza de la diversidad humana.
Desde el momento en que recibimos el diagnóstico, nuestras vidas cambiaron. Al principio, el miedo y la incertidumbre nos invadieron. Nos preguntamos si seríamos capaces de brindar a nuestro hijo lo que necesitaba. Pero con el tiempo, comenzamos a comprender que el autismo no define a nuestro hijo; simplemente es una parte de él, una faceta que lo hace único.
Cada día es una oportunidad para aprender. Hemos descubierto que la comunicación puede adoptar muchas formas. Nuestras conversaciones pueden ser distintas a las de otros padres e hijos, pero son igual de significativas. A veces una mirada, una sonrisa o un gesto son suficientes para expresar lo que sentimos. La paciencia se ha convertido en nuestra mejor aliada, y hemos aprendido a celebrar cada pequeño logro, porque cada paso adelante cuenta.
También hemos aprendido a ser defensores y guías. En el camino, hemos tenido que abogar por su inclusión, educar a quienes nos rodean y romper estigmas. No siempre es fácil, y hay días en los que la lucha se siente abrumadora. Sin embargo, el rostro iluminado de nuestro hijo al superar un obstáculo o descubrir algo nuevo nos recuerda que vale la pena.
La comunidad también ha sido fundamental en nuestro viaje. Nos hemos conectado con otros padres que comparten experiencias similares, creando lazos de apoyo y solidaridad. Juntos, hemos encontrado fuerza en nuestras historias y consuelo en las similitudes de nuestros desafíos.
A través de nuestra experiencia, hemos aprendido que el autismo trae consigo una perspectiva única de la vida. Nuestro hijo nos ha mostrado la importancia de la autenticidad, la belleza de la simplicidad y la profundidad del cariño. La vida puede ser impredecible, pero cada día es una nueva oportunidad para abrazar la diversidad y celebrar la individualidad.
Si bien vivir con un niño autista presenta sus retos, también es una aventura llena de momentos de alegría, asombro y amor. Ser padre de un hijo autista nos ha enseñado que, aunque el camino sea complejo, el viaje está lleno de luz. Aprendemos, crecemos y, sobre todo, amamos profundamente a nuestro hijo tal como es. En este camino, encontramos la fortaleza para seguir adelante, siempre con la esperanza de un futuro donde cada niño, sin importar sus diferencias, sea valorado y aceptado.
Mi madre murió con el dolor de dejarnos
Siendo padre y madre de este ser tan especial, mi adorada madre que siempre me brindó apoyo y en los últimos días solo me dijo “lucha por tu hijo, no te dejes caer” eso lo que hago.
Este 2 de abril pido apoyo de vestir de azul por la Concienciación del AUTISMO.
Te amo mi hijo.